23 de julio de 2013

Todas y sólo una

Como la lluvia
estoy dejándome caer,
entre emociones grises
y días de niebla azulada.

Como el relámpago
que se enciende con furia,
soy fuego,
soy luz de mediodía,
hasta que la fuerza me evada.

18 de julio de 2013

Interiores

Si miro hacia adentro veo a Verónica con el rostro vacío y el alma arrugada perdida en el cielo de otoño. Creo que al fin le ha quedado tiempo para pensar en ella, creo que ahora que no tiene de quién cuidar se ha dado cuenta que dar tanto amor no la ha salvado de tener que enfrentarse consigo misma. Todos se han ido de la casa en un lapso de tres años, sus miserias los fueron barriendo; primero se fue su esposo, luego Marina, su hija mayor, y por último Federico al cumplir dieciocho. Supongo que el amor no les bastaba porque no siempre es suficiente, si no puedes tolerar la vida del otro, si sólo intentas que se te parezca, si no puedes amigarte con lo malo que te habita dentro... De cualquier forma es sólo mi opinión que de nada sirve en esta tarde de lluvia seca.

11 de julio de 2013

Todas Mis Muertes

Los veo bailar en torno al ataúd, tienen feliz la mirada. Llevan vestidos de vivos colores, pelucas antiguas y un extraño tinte oscuro sobre sus bocas; ninguno se parece a otro, son veintiséis hombres y mujeres de variadas edades danzando al ritmo de un pasodoble. No sé si saben que estoy muerta. Me miran, me besan, me tocan las manos y siguen bailando. Hay una niña en el fondo del cuarto rodeada de dos grandes velas que coronan mi destino, lleva un vestido rojo, tiene rojos los cabellos y negros los deseos. Es la única que no baila, me observa, sonríe y parece no verlos. Sus manos se mueven mientras sus dedos se anudan, está jugando con una moneda; la pasa de un lado a otro, es a un lado brillante como el lucero, al otro oscura como la tinta. La niña se acerca tranquila, sorteando los pasos hasta llegar a mi lado, se pierde por un momento en las suaves telas que me abrigan de un frio diferente. Tiene el conocimiento de miles de noches, en puntas de pie se estira y deja la moneda girando sobre mis manos. Vuelve la mirada hacia mí, ya hizo su elección, solo puedo escoger perecer bajo la cruz.